LA CRISIS DE LA REPÚBLICA ROMANA: LA CUESTIÓN AGRARIA Y LAS REFORMAS DE GRACO

 



La cuestión agraria y las reformas de los Graco.

El expansionismo romano generó considerables ganancias materiales que impactaron de manera dispar en la sociedad, exacerbando una desigualdad preexistente que se había gestado desde el fin de la guerra con Cartago. Los campesinos de pequeñas propiedades, liberados tras la guerra, se encontraron con un panorama desolador: sus tierras arrasadas por las incursiones de Aníbal o por las tácticas de tierra quemada romanas. La rehabilitación de sus parcelas, sin recursos ni apoyo, se volvió una tarea imposible. Su única opción fue venderlas o abandonarlas, buscando en la emigración hacia los nuevos territorios conquistados una esperanza de futuro. Estas pequeñas propiedades terminaron añadiéndose a los extensos dominios de la minoría dirigente, que también adquiría tierras del Estado (ager publicus), obtenidas como garantía en transacciones financieras o préstamos a la República durante tiempos de guerra.


La expansión territorial romana conllevó la importación de trigo a precios considerablemente más bajos que los habituales en el mercado romano. Este fenómeno afectó principalmente a las explotaciones agrarias de menor tamaño, incapaces de competir con la producción esclavista en términos de costos. En contraste, las grandes explotaciones agrícolas lograron superar esta competencia al disponer del capital necesario para diversificar sus cultivos hacia actividades más rentables y competitivas, como la producción de aceite, vino o frutas.


A medida que avanzaba el siglo II a.C. y las guerras se extendían, tanto los aliados itálicos de Roma como los ciudadanos romanos movilizados expresaban su descontento. Los aliados itálicos se quejaban del trato desigual al no recibir los beneficios de las conquistas a pesar de luchar y morir junto a los romanos, especialmente entre los sectores más acomodados que ansiaban obtener la ciudadanía romana. Por otro lado, los legionarios romanos licenciados enfrentaban dificultades para subsistir tras su retiro del ejército, mientras que los ciudadanos de mejor posición se beneficiaban ampliamente del éxito del expansionismo militar.

La propuesta agraria

Surge la figura de Tiberio Sempronio Graco, hijo del pretor homónimo, recordado por su gestión en Hispania, y nieto de Escipión "el Africano", el vencedor de Aníbal. Como tribuno de la plebe en el año 133 a.C., Graco buscó abordar los problemas derivados de la escasez de tierras para los ciudadanos más desfavorecidos. A pesar de la vigencia de las leyes Licinias, que desde el siglo IV a.C. limitaban la cantidad de tierras públicas que podían ser ocupadas por particulares, en la práctica este precepto era ignorado.


Basándose en esta situación, Graco propuso un proyecto de ley en el que reafirmaba los límites de propiedad de las tierras públicas (ager publicus) en 500 iugera (aproximadamente 125 hectáreas), con una adición de 250 iugera por cada dos hijos varones, reconociendo el pleno derecho de propiedad privada sobre estas parcelas. Cualquier exceso en la ocupación de tierras públicas más allá de estos límites sería considerado ilegal y confiscado para ser redistribuido entre los ciudadanos más pobres en parcelas de aproximadamente 30 iugera.


Estas medidas tenían como objetivo equilibrar parcialmente la grave desigualdad social y aumentar la disponibilidad de mano de obra para el ejército al incrementar el número de propietarios de tierras. Las palabras atribuidas a Graco, "¿Qué hay más justo que el pueblo sin recursos encuentre en el Tesoro público su medio de subsistencia?", encapsulan el espíritu de su reforma.

Procedimiento legal.

El procedimiento legal  se caracterizó por una serie de acciones que desviaron el curso tradicional de la legislación romana. La propuesta presentada por Tiberio Graco fue llevada directamente ante la asamblea del pueblo, evitando así la consulta previa al Senado, que históricamente tenía prioridad en la consideración de proyectos de ley. Este movimiento reveló la desconfianza de Graco hacia el Senado, percibido como un órgano representativo de intereses oligárquicos y terratenientes.


Durante el ejercicio de su tribunado, Graco tuvo como colega a Marco Octavio, quien compartía las preocupaciones del Senado y se opuso activamente a la propuesta de reforma agraria. El veto de Octavio implicaba la paralización del proyecto. En respuesta, Graco, en un acto inusual y en contra de las normas establecidas, propuso y logró la destitución de Octavio mediante una votación de la Asamblea, para luego impulsar la elección de otro colega más alineado con sus ideas.


Una vez superado este obstáculo, la ley fue aprobada y se estableció una comisión triunviral conformada por Tiberio Graco, su hermano Gayo y Apio Claudio Pulcher (suegro de Tiberio) para llevar a cabo la recuperación de las tierras públicas en manos de los terratenientes y su redistribución entre los ciudadanos más necesitados. Este proceso marcó un precedente significativo en la historia política romana al desafiar la autoridad del Senado y otorgar un papel más prominente a la asamblea popular en la toma de decisiones legislativas.

El tesoro de Pérgamo.

El tesoro de Pérgamo plantea una serie de desafíos adicionales para la implementación de las reformas agrarias propuestas por Graco. A pesar de contar con la legislación necesaria, la ejecución de las nuevas explotaciones agrícolas requería un capital inicial significativo del cual Graco carecía. Ante esta limitación, la única opción viable parecía ser la obtención de fondos del erario público, para lo cual el tribuno necesitaba la autorización previa del Senado.


Sin embargo, la solicitud de Graco fue rechazada por el Senado, lo que representó un obstáculo significativo para sus planes. No obstante, en el mismo año se recibió en Roma la noticia del fallecimiento del rey Átalo III de Pérgamo, quien en su testamento había legado sus bienes y su reino al pueblo romano. Ante esta oportunidad, Graco decidió dirigirse exclusivamente a la Asamblea, como representante del pueblo, solicitando que parte de la fortuna de Átalo fuera destinada a financiar la reforma agraria.


Aunque la propuesta fue aprobada por la Asamblea, esta acción generó un conflicto con el Senado. Graco, al obviar el proceso de autorización senatorial, desafiaba la autoridad de la máxima institución de la República. El Senado, responsable de las decisiones de política exterior y la administración del Tesoro público, no estaba dispuesto a pasar por alto esta afrenta.

Asesinato de Tiberio Graco

Los múltiples agravios acumulados por la oligarquía gobernante, sumados al creciente temor de un excesivo poder derivado del clientelismo, precipitaron una serie de eventos adversos para Tiberio Graco y su familia. La implementación de la reforma agraria había facilitado el acceso de más de 70,000 ciudadanos a la propiedad de tierras, lo que aumentaría la base de reclutamiento militar y potencialmente convertiría a estos beneficiarios en leales seguidores políticos de Graco y su círculo cercano.


En un intento por consolidar y expandir aún más su programa de reformas, Tiberio se presentó a las elecciones del año 132 a.C. con la intención de ser reelegido tribuno. Esta decisión, contraria a las prácticas establecidas en Roma, provocó la oposición ferviente del Senado, que buscaba frenar su ascenso político a toda costa. Se difundió una acusación infundada de que Graco aspiraba a convertirse en rey, y aprovechando disturbios que estallaron tras una asamblea en el Capitolio, los senadores lideraron una revuelta popular que resultó en el linchamiento de Tiberio y cerca de 300 de sus seguidores. Posteriormente, otros partidarios fueron ejecutados tras ser juzgados por un tribunal creado ad hoc por el Senado.

Leges Semproniae. Las leyes Sempronias.


Una década después del asesinato de Tiberio Graco, su hermano menor, Gayo, ascendió al cargo de tribuno de la plebe en el año 123 a.C., siendo reelegido para el siguiente año. Su gestión política se caracterizó por la implementación de una serie de reformas amplias, conocidas como las leges Semproniae. Aunque no se disponen de detalles exhaustivos sobre todas las reformas, se conocen las principales líneas de acción:


- Renovación de la ley agraria de Tiberio, la cual incluyó la distribución colectiva de tierras mediante la fundación de diversas colonias en Italia y en otros territorios, como la controvertida colonia de Junonia en el antiguo emplazamiento de Cartago.

- Ley frumentaria, que establecía la redistribución estatal de trigo a todos los ciudadanos de Roma a precios inferiores a los del mercado.

- Ley militar, que fijaba la edad mínima de reclutamiento en diecisiete años y establecía que el equipamiento sería provisto por el Tesoro público.

- Ley viaria, que contemplaba la construcción de varias carreteras en Italia y que beneficiaba a los pequeños contratistas y a la mano de obra libre.

- Ley judicial, que reformaba los tribunales encargados de juzgar los casos de corrupción y malversación de los magistrados romanos en las provincias, sustituyendo a los senadores por caballeros, con el objetivo de evitar el encubrimiento y protección mutua que caracterizaba al corporativismo senatorial en la administración provincial.

- Adjudicación de la recaudación de impuestos y gestión de recursos en la nueva provincia de Asia en una sola entidad, lo que benefició especialmente a los equites (miembros de la clase ecuestre) y propició la aparición de grandes compañías de publicanos de carácter anónimo. Esta disposición también favoreció a los senadores al permitirles participar en estos negocios sin revelar la composición de las nuevas sociedades de publicanos.

El suicidio de Gayo.

En la reelección de 122 a.C., Gayo Graco compartió el tribunado con Livio Druso, un hábil político populista y defensor de los intereses senatoriales. Druso supo influenciar en la Asamblea y crear un clima desfavorable hacia Graco, presentando propuestas poco realistas y acusaciones de impiedad debido a los planes de colonización en el antiguo territorio de Cartago, considerado maldito. Cuando Gayo propuso otorgar la ciudadanía romana a todos los latinos y modificar el derecho de voto para el resto de los aliados itálicos, Druso avivó el egoísmo del pueblo, advirtiendo sobre las posibles dificultades que surgirían si se ampliaba el número de ciudadanos, argumentando que el Estado no podría hacer frente a las subvenciones para la distribución de trigo y la asignación de tierras.


Gayo perdió las elecciones en el año 121 a.C. y durante el debate sobre su propuesta de establecer la colonia de Junonia en el sitio de la antigua Cartago, se vio obligado a presentarse en el foro acompañado de guardias. Durante la discusión, se produjeron disturbios y forcejeos, resultando en la muerte de un miembro de la comitiva del cónsul Lucio Opimio. Este último solicitó al Senado una autorización especial para intervenir contra Graco. Por primera vez, el Senado emitió un senatusconsultum ultimum, un edicto que otorgaba poderes extraordinarios a un magistrado para resolver una situación delicada, lo que equivalía a una declaración de estado de emergencia.


Amparado en esta disposición, Opimio sitiado a los seguidores de Graco en el monte Aventino, resultando en la muerte de unos 250 de ellos, mientras que Gayo se suicidó al ver perdida su causa. En los días posteriores, Opimio ordenó la ejecución de otros 3,000 seguidores de Graco que habían sido encarcelados.

El fracaso de las reformas y sus consecuencias.

El objetivo del programa de Gayo Sempronio Graco fue redistribuir el poder entre los senadores y los caballeros, además de acercar al pueblo a una porción de los beneficios obtenidos mediante la conquista. Su intención era evitar el conflicto que su hermano había tenido con los terratenientes que acaparaban tierras públicas. Sin embargo, el desafío de ambos Gracos a la autoridad política del Senado y a la tradición romana solo podría haber tenido éxito si el pueblo hubiera estado firmemente a su favor. Sin embargo, la realidad fue diferente.


La distribución de tierras desilusionó a los ciudadanos más pobres, quienes eran partidarios de Tiberio, y al mismo tiempo dejó insatisfecho al proletariado urbano que no participó en las asignaciones agrarias. Gayo, a pesar de sus esfuerzos por corregir las deficiencias percibidas en el enfoque de su hermano, fue abandonado tanto por los hombres de negocios, quienes ya habían obtenido lo que querían, como por el pueblo, cuando la masa popular temió compartir los beneficios obtenidos con los aliados a través de las reformas.


Las consecuencias de este proceso fueron diversas, pero destacan especialmente dos aspectos: el recurso extraordinario a la fuerza para defender los intereses senatoriales, representado por el senatusconsultum ultimum, y la consolidación de dos tendencias políticas dentro de la propia clase dirigente romana. Por un lado, los optimates, que eran mayoritarios entre la aristocracia y defendían la tradición y la supremacía del Senado, y por otro lado, los populares, rivales de los optimates, cuyo carácter reformista y apoyo en la Asamblea los convertía en teóricos defensores del pueblo.


En los años posteriores, los optimates lograron la aprobación de varias disposiciones legales que terminaron convirtiendo la tierra pública en propiedad privada, lo que significó la liquidación de la reforma agraria.


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