LA CRISIS DE LA REPÚBLICA: LAS GUERRAS SERVILES

 

LAS GUERRAS SERVILES

En el año 73, coincidiendo con la guerra en Hispania, estalló una rebelión de esclavos en Capua, liderada por el tracio Espartaco desde las escuelas de gladiadores. La rebelión se extendió rápidamente por Italia, incluyendo a esclavos y personas libres de condición mísera, llegando cerca de Roma. Espartaco y sus seguidores vencieron a dos ejércitos consulares en el 72 y se dirigieron hacia el norte, pero inexplicablemente regresaron al sur.

El Senado temía una posible alianza de Espartaco con Sertorio o Mitridates, lo que habría sido peligroso para Roma. En el 71, el pretor Marco Licinio Craso recibió un mando extraordinario sobre ocho legiones y logró acorralar a los rebeldes en el sur de Italia. Espartaco no pudo obtener los barcos piratas para trasladarse a Sicilia y su ejército fue derrotado. Tras la batalla, 6,000 prisioneros fueron crucificados a lo largo de la Vía Apia y otros 5,000 fueron aniquilados por el ejército de Pompeyo en Etruria.

Las victorias de Craso contra Espartaco y de Pompeyo en Hispania consolidaron su influencia política. A pesar de su mutuo desprecio, unieron fuerzas y alcanzaron el consulado en el 70, reformando las leyes de Sila. Restauraron el poder de los tribunos de la plebe y reestructuraron los tribunales de justicia para incluir a senadores y caballeros en igual proporción.

EL PRIMER TRIUNVIRATO (60-53 A.C)

En Roma, la tensión entre los distintos grupos oligárquicos continuaba. Craso, la figura más influyente tras el ausente Pompeyo, contaba con el apoyo de algunos senadores debido a su origen aristocrático y, principalmente, con el respaldo de los grandes inversores ecuestres gracias a su inmensa fortuna. Esta riqueza lo convirtió en el principal aliado de la causa popular, liderada por el joven Gayo Julio César.

En las elecciones del 63, el opositor Lucio Sergio Catilina perdió frente a Marco Tulio Cicerón, un "homo novus" de familia ecuestre, conocido por su brillante carrera de abogado y su papel en el proceso contra el corrupto gobernador de Sicilia, Verres. Los populares querían aprobar una ley agraria para distribuir tierras a los veteranos y al proletariado, pero la derrota de Catilina impidió la tramitación de esta ley.


Tras otra derrota en las elecciones del 62, Catilina intentó un golpe de estado, denunciado por Cicerón en el senado. Las tropas rebeldes fueron vencidas y Catilina murió en combate. 

Ese mismo año, Pompeyo regresó de Oriente y desmovilizó sus tropas, esperando que el Senado cumpliría su promesa de asignar tierras a sus veteranos y ratificar su reorganización de los territorios orientales. Sin embargo, el Senado dilató la decisión, dejando a Pompeyo políticamente aislado.

Pompeyo optó por aliarse con Craso, con Julio César como intermediario. En el 60, formaron el primer triunvirato, un pacto privado entre las tres figuras más influyentes de la política romana: Craso aportaba su fortuna y relaciones, Pompeyo su prestigio militar, y César, que había ganado prestigio político y militar en Hispania, defendería los intereses del triunvirato desde su posición de cónsul en el año 59.

EL ACUERDO DE LUCCA (56 A.C)

En Roma, el conflicto entre los populares y los optimates se transformó en anarquía callejera, con enfrentamientos violentos, vandalismo y asesinatos. Este clima de tensión comenzó cuando los triunviros nombraron al tribuno de la plebe Publio Clodio como portavoz de su programa político. Clodio logró el destierro de Cicerón y reanudó las distribuciones gratuitas de trigo, además de restaurar la libertad para crear asociaciones populares (collegia), que se convirtieron en grupos paramilitares.

Clodio fue asesinado por una banda de partidarios senatoriales liderados por Milón. El Senado intentó romper el acuerdo triunviral y, a través de Cicerón, propuso a Pompeyo el encargo extraordinario de supervisar el abastecimiento de trigo a Roma (cura annonae) por cinco años, con mando sobre ejército y flota y derecho de intervención en las provincias.

Mientras tanto, César acumulaba tanto prestigio y poder militar como Pompeyo. Para suavizar tensiones, los triunviros se reunieron en Lucca en la primavera del 56 y revalidaron su acuerdo: Pompeyo y Craso serían cónsules en el 55; Pompeyo recibiría la provincia de Hispania y Craso la de Siria durante cinco años, mientras que César prorrogaría su mandato en las Galias por igual periodo.

POMPEYO, CONSÚL ÚNICO

Dos hechos fortuitos disolvieron el acuerdo de Lucca. En el año 54, Julia, hija de César y esposa de Pompeyo, murió de parto, eliminando el vínculo que unía a ambos políticos. Al año siguiente, Craso murió luchando contra los partos, dejando a César y Pompeyo sin mediación.

En el año 52, Pompeyo, que gobernaba Hispania a través de legados, fue nombrado por el Senado cónsul único (sine collega). Este poder lo convirtió en un dictador de facto, permitiéndole tomar decisiones necesarias para acabar con el caos en Roma. 

Pompeyo legisló contra la violencia y el soborno, estableció un intervalo de cinco años entre el ejercicio de una magistratura y la obtención de un gobierno provincial, y exigió la presencia física en Roma de los candidatos a elecciones. Además, aplicó medidas judiciales contra muchos políticos populares, quienes buscaron el amparo de César, el único capaz de enfrentarse al poderoso partido senatorial y a Pompeyo.


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