LA ALTA REPÚBLICA Y EL IMPERIALISMO DE LOS SIGLOS III Y II A.C (IV)
LA CONQUISTA ROMANA DE LA PENÍNSULA IBÉRICA Y LA POLÍTICA HEGEMÓNICA DE ITALIA
LA CONQUISTA DE VEYES (396 A.C)
Durante el siglo V a.C., la formación de la Liga Latina permitió a Roma mantener su posición dominante en la región y superar la oposición de ecuos y volscos. Las tensiones más significativas surgieron entre Roma y la ciudad etrusca de Veyes, con disputas por territorios estratégicos como las salinas del Tiber. Sin embargo, hacia la segunda mitad del siglo V a.C., Roma logró reducir la intensidad del conflicto interno entre patricios y plebeyos, lo que fortaleció la cohesión del ejército romano.
La introducción del stipendium en el año 406 a.C. ayudó a financiar y armar a los grupos menos favorecidos, mejorando la estructura militar romana. En el año 396 a.C., Roma logró una victoria crucial sobre Veyes y anexó su territorio, duplicando su extensión. Esta victoria marcó un punto de inflexión en la política exterior romana, que comenzó a orientarse hacia la expansión.
La división del territorio veyentano entre el pueblo romano, con la formación de cuatro nuevas tribus, mejoró la situación económica de muchos plebeyos, disminuyendo el conflicto social y fortaleciendo la cohesión del ejército. Esto fue clave para la rápida expansión de Roma en Italia.
LA INVASIÓN GALA (390-348 A.C)
A finales del siglo V a.C., grupos de poblaciones galas migraron hacia el Mediterráneo, atacando a ligures y etruscos, y ocupando la costa adriática y la Umbría septentrional. En el año 390 a.C., un grupo de galos senones invadió Etruria, derrotó a los romanos cerca del río Allia, saqueó y quemó Roma, pero luego fueron repelidos por el general romano Camilo. A pesar de intentos posteriores de ataque, los galos fueron finalmente rechazados.
La invasión gala reveló deficiencias en la defensa de Roma y en la configuración del ejército romano, lo que llevó a Camilo a realizar importantes reformas militares. Se modernizó el armamento, se introdujo el manipulus como unidad táctica y se cambió el criterio de colocación de soldados en las legiones, priorizando la edad y la instrucción sobre la riqueza. Estas reformas, facilitadas por la introducción del stipendium en el ejército en el 406 a.C., fortalecieron el ejército romano y allanaron el camino para la anexión de Italia.
LAS GUERRAS SAMNITAS (343-290 A.C)
LA PRIMERA GUERRA SAMNITA (344-341A.C)
Durante el siglo V a.C., el declive de los etruscos se hizo evidente con la caída de Capua a manos de las tribus sabélicas de los Apeninos meridionales, quienes también capturaron la colonia griega de Cumas en el año 421 a.C. Al mismo tiempo, se formó una confederación de tribus apenínicas conocidas como samnitas, que se convirtieron en una fuerza estratégica en Campania.
En este contexto, Roma firmó un tratado con la Liga Samnita en el año 354 a.C., aparentemente para prevenir ataques de los galos. Sin embargo, esta alianza entró en conflicto con los intereses de las poblaciones etruscas y griegas en Campania, que se encontraban sitiadas por los samnitas y buscaron ayuda romana. Esto llevó a Roma a tomar partido por Capua y a iniciar la Primera Guerra Samnita.
Dada la débil posición de Roma en Italia en ese momento, la necesidad de buscar una solución rápida fue imperativa. Roma logró un acuerdo simbólico que reconocía sus intereses en Campania, lo que desactivó el frente samnita.
LA SEGUNDA GUERRA SAMNITA (326-304 A.C)
Tras la conclusión del enfrentamiento con los romanos, los samnitas continuaron con sus aspiraciones de hegemonía en Campania. En el año 326 a.C., comenzó un nuevo conflicto centrado en la ocupación de Neapolis, una colonia griega. Cada facción buscó apoyo militar externo: uno recibió ayuda de Capua y, por ende, de Roma, mientras que el otro recibió apoyo de los samnitas.
Este conflicto marcó el inicio de un período de guerras que incluyó eventos destacados de la expansión romana en Italia, como el fracaso romano en las horcas caudinas en el 321 a.C., y culminó con la batalla de Bovianum en el 304 a.C., la capital de la Confederación Samnita. Tras su derrota, los samnitas solicitaron un tratado de paz.
LA TERCERA GUERRA SAMNITA (298-290 A.C)
El desenlace de las guerras samnitas llegó después de que una coalición de diferentes pueblos enemigos de Roma, incluyendo galos, etruscos, sabinos y samnitas, llevará el conflicto final a la región de Umbría. Sin embargo, las victorias romanas fragmentaron esta alianza y, mediante una política de colonización hábil, Roma logró establecer su control sobre el territorio centroitálico y preparar un ataque final contra los samnitas en el sur.
La victoria romana en Aquilonia aseguró el dominio de Roma sobre el Samnio meridional y forzó a los samnitas a firmar un tratado de paz en el año 290 a.C. Este tratado dejó a Roma con vía libre para llevar a cabo la anexión de Italia meridional.
LAS GUERRAS PIRRICAS (281-272 A.C)
En el sur de Italia, las tensiones entre las poblaciones itálicas, como los brutios, mesapios, samnitas y lucanos, y las ciudades griegas eran frecuentes. Cuando los lucanos atacaron Turios, los griegos pidieron ayuda a Roma, que aprovechó la oportunidad para expandir sus territorios, impulsada por una facción importante de la oligarquía senatorial.
La ocupación de Turios por Roma en el año 282 a.C. marcó la primera presencia militar romana en la región, pero generó preocupación en Tarento, tradicional protectora de las poblaciones locales. Las tensiones llevaron a estallar la guerra entre Roma y Tarento en el año 280 a.C., con el respaldo de bruttios, lucanos, samnitas y el ejército mercenario de Pirro, rey de Epiro.
A pesar de algunas victorias iniciales para Pirro, que logró unir el apoyo de las ciudades griegas del sur de Italia y de Sicilia, la situación se complicó y se extendió a Sicilia. Cartago, apoyando a las ciudades púnicas, propuso un tratado de paz a Roma en el año 278 a.C. La ambición desmedida de Pirro y la firmeza de Cartago llevaron a Pirro a abandonar Sicilia y concentrarse nuevamente en el sur de Italia.
La ausencia de Pirro fortaleció las posiciones romanas, y tras su derrota en Maleventum en el año 275 a.C., tuvo que huir, dejando a Tarento vulnerable. Finalmente, Tarento se rindió en el año 272 a.C., consolidando así el control romano sobre el sur de Italia.
LA ORGANIZACIÓN DEL TERRITORIO
Una clave fundamental en la anexión romana de Italia y su posterior imperialismo fue la política de Roma hacia los territorios conquistados. Desde el principio, Roma manipuló los derechos de ciudadanía, ofreciendo una amplia gama de tratados y oportunidades de promoción, lo que permitió establecer diferentes niveles de integración territorial dependiendo de las relaciones con la potencia conquistadora.
Roma creó una jerarquía de estatus que iba desde la plena ciudadanía romana y los privilegios del ager romanus, hasta situaciones más opresivas para las poblaciones que se resistieron, llegando incluso a la esclavitud. Esta variedad de opciones se convirtió en un factor de negociación antes incluso de la anexión, incentivando la rendición para obtener un trato más favorable.
Dentro del ager romanus se encontraba la propia ciudad de Roma y diversas poblaciones habitadas por ciudadanos romanos con diferentes niveles de derechos. Además de la Urbe, había oppida civium romanorum, civitates sine suffragio y coloniae civium romanorum, formadas por romanos por nacimiento o por adquisición de ciudadanía.
Por debajo de la plena ciudadanía estaban las comunidades con derecho latino, otorgado inicialmente a los aliados latinos y a los habitantes de colonias de poblamiento. Estas comunidades tenían derechos económicos, de tránsito y de matrimonio, así como cierta soberanía.
Finalmente, existía un nivel de ciudadanía menor otorgado a los socii itálicos, con una soberanía más restringida. El resto de las poblaciones, denominadas peregrinas, establecían relaciones con Roma a través de una variedad de tratados de alianza conocidos como foedera.
Comentarios
Publicar un comentario